Por: Rodrigo Pérez-Alonso
Filipinas y Estados Unidos son dos países diametralmente distantes. Sin embargo, ante las elecciones de noviembre próximo, han compartido características similares. Los sock puppets, astroturfing y bots; prácticas y cuentas usadas para manipular y desinformar a través de redes sociales han sido ampliamente usadas como instrumentos electorales en ambos países. En la infancia de Facebook y Twitter, éstas redes se usaban para conectar a jóvenes con otros amigos y conocidos. Facebook nació conectando únicamente a personas que tuvieran una cuenta de correo electrónico académico. Twitter, se usaba inicialmente para dar resúmenes de noticias y eventos relevantes, limitando la interacción a 140 caracteres, con un crecimiento exponencial de cuentas reales.
Las cosas han cambiado desde aquella época; Facebook tiene ahora 2,700 millones de cuentas a nivel mundial y se ha convertido en una fuerza política por sí misma. Twitter, con 1,300 millones de cuentas creadas, pero 330 millones de cuentas activas mensualmente, tiene un mayúsculo problema de cuentas manipuladas. Ambas redes se han convertido en un poderoso instrumento de comunicación institucional y política, pero también de desinformación. A través de usuarios, reales o manipulados, estos son instrumentos para mover a la opinión pública.
Filipinas y Estados Unidos son liderados por Presidentes populistas y sin recato por las formas o el decoro político de sus rivales. Ambos han sido producto o han usado estos instrumentos de comunicación política para manipular la narrativa para sus propios fines mediante mentiras, desinformación, cuentas falsas y otros vicios que poco se habían visto en democracia.
En el caso de Filipinas, políticos de todas las filiaciones usan ejércitos de cuentas falsas en estas redes sociales para atacar a sus oponentes, críticos u objetivos de oportunidad. Diversas publicaciones dan cuenta de cómo el Presidente Duterte utiliza ejércitos de cuentas manipuladas de Twitter para “reorientar” la opinión pública, de medios de comunicación o hasta de instituciones religiosas y educativas para sus fines (https://lat.ms/2SOzbRc). Se trata de granjas de cuentas que, como instrumento de censura o ataque, representan un grave daño al balance democrático. La crítica es suprimida a través del ataque y mentiras, lo que a su vez replica en medios tradicionales o instituciones, creando un efecto artificial de crisis de opinión inexistente.
Estados Unidos representa un caso más grave. En la elección de 2016, las agencias de contrainteligencia de ese país documentaron y reportaron como Rusia manipuló la narrativa pública a través de Twitter y Facebook para beneficiar a Trump. Con miles de cuentas falsas, tuvo una influencia indebida en el electorado a través de mentiras, desinformación o narrativas inexactas que a su vez retomaron instituciones o medios, cayendo en la trampa de la manipulación.
Lo anterior es relevante dado que el 3 de noviembre se celebrarán elecciones en EUA. En un estudio de RAND Corporation (https://bit.ly/3lICMwv), se confirma una posible manipulación. La gran pregunta es si es necesario regular la desinformación y fortalecer la democracia.
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