Por: Fernando M. Ponce
El premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, desde hace años ha estudiado la felicidad, y nos alerta de tres trampas cognitivas que nos complican el estudio en esta materia. La primera es nuestra propia renuencia para aceptar la complejidad de entender que es la felicidad, ya que empleamos este concepto con demasiadas ascepciones. Por otra parte, tenemos la trampa entre la experiencia y la memoria de esa experiencia. Por último, tenemos la trampa del enfoque, y es que no nos es posible como personas valorar de forma objetiva cualquier aspecto de nuestra vida que afecte nuestro bienestar.
Esto podemos entenderlo como dos “yo”, aquel que vive la experiencia y otro que recuerda (e influencia) esa experiencia. Esta es la diferencia entre ser feliz en tu vida, entendiendo esto como una serie de momentos concretos que generaran felicidad y la forma en que valoramos en general nuestra vida como más o menos feliz. En este sentido, los estudios realizados por Kahneman y otros investigadores en la última década, nos llevan a concluir que estos dos conceptos de felicidad si bien tienen una correlación, son en general dos conceptos muy diferentes y el conocer uno no nos lleva a entender el otro.
Imaginemos en un maratonista, al llegar a la meta siente el cansancio, falta de aliento, dolor muscular, sed y una serie de afecciones propias del desgaste físico que tuvo, sin embargo, ese dolor que siente y que seguramente ha sentido por algunos kilómetros, no necesariamente lo registra la memoria tal como fue, sino que el recuerdo de ese dolor está influenciado por el sentimiento de éxito que tiene por haber alcanzado su meta. Probablemente en un par de meses que cuente a sus amigos esa experiencia, recordará el dolor, pero su visión y su historia será en general positiva.
A todo lo anterior, debemos sumarle una cantidad importante de sesgos cognitivos que padecemos al tomar decisiones.
Conociendo estas trampas cognitivas, me pregunto ¿A cuál de los dos “yo” les hablan o deben hablarles, los políticos y las campañas electorales?
Por los próximos dos años en México estaremos dando seguimiento a dos procesos electorales de la mayor relevancia para nuestro país. En el 2020 la elección presidencial norteamericana y en el 2021 la elección intermedia en nuestro país. En ambos casos veremos un intento de los candidatos oficialistas por validad su primer término o su primera mitad de gobierno.
Estos candidatos, me parece, buscarán centrar los mensajes en el “yo” que recuerda. De ser el caso, veremos campañas de contraste cargadas de comparativas entre lo “malo” del pasado y lo “bueno” que podemos llegar a ser, es decir generar sentimientos enfocados en los recuerdos influenciados por una carga negativa del pasado, con una propuesta de idea de futuro que atrae al electorado i.e Make America Great Again”.
Por otra parte, la oposición buscará privilegiar al “yo” que experimenta, buscando explotar mensajes que hagan reflexionar al electorado respecto a la incertidumbre que se vivirá en esos momentos, propios de todo periodo electoral. Veremos mensajes cargados de datos y números que realcen la falta de rumbo (cierta o no), que exacerben cualquier dato económico que nos haga pensar en incertidumbre, que muestren y condenen la polarización social y claro, culparan de todo de ello al oficialismo.
Como acertadamente indica Kahneman, entender la felicidad y como ser felices, es un reto aún muy complejo para la humanidad, pero mientras llegamos a ello, más de uno intentará influenciarnos con los avances científicos que se han dado en la materia de psicología y la economía del comportamiento.